MENTE VACÍA, TALLER DE DIOS

marzo 20, 2024

Cuando hablamos de una “mente vacía”, frecuentemente evocamos aquel antiguo dicho que asocia la ociosidad al “taller del diablo”. Sin duda, donde la pereza esté actuando, allí estará el yo-inferior plantando sus hierbas dañinas, y en ese caso el dicho tradicional tiene sentido. Sin embargo, te invito a explorar un paradigma diferente, una perspectiva donde una mente vacía no es un terreno baldío para las tendencias malignas, sino un santuario sagrado para la divinidad; un taller de Dios.

La mente vacía a la que me refiero no es una mente desconectada o negligente, sino una mente que se vacía del torbellino de pensamientos, preocupaciones y distracciones que frecuentemente la ocupan. Es un estado de presencia, donde cada momento es vivido plenamente, y cada respiración es una nueva creación.

La quietud de la mente es el suelo fértil donde las semillas de la divinidad son plantadas. Cuando la mente está libre del incesante barullo interno, se torna un receptáculo para la sabiduría, la creatividad y el amor divino. Es en ese espacio de claridad y tranquilidad que podemos verdaderamente conectarnos con nuestro Yo Superior y con lo Divino, permitiendo que la Inteligencia Espiritual se manifieste en nuestra vida diaria.

Ese estado de mente vacía es alcanzado a través del cultivo del silencio, que lleva a la meditación. La meditación no es sólo una técnica para relajar el cuerpo y la mente, sino que es un camino profundo hacia el interior de nuestro ser, donde podemos descubrir nuestra verdadera esencia, que es pura, plena y eternamente conectada al Todo.

Cuando nos conectamos con el silencio, no estamos huyendo del mundo, sino que nos estamos equipando mejor para actuar en él de una manera más consciente y armoniosa. La mente vacía, paradójicamente, está llena de potencial ilimitado. Es el taller donde Dios puede trabajar a través de nosotros, creando belleza, amor y transformación.

Por lo tanto, te invito a explorar el silencio interior, a cultivar ese espacio sagrado dentro de ti donde lo Divino puede expresarse. No tengas miedo al vacío, porque es en el vacío donde encontramos la plenitud. Es en la quietud donde descubrimos el sonido más puro del Universo – el sonido del amor incondicional que permea toda la creación.

Abraza la práctica de vaciar la mente, no como un acto de negligencia con tus quehaceres, si no como un acto de suprema fe y apertura a lo Divino. La creencia de que no tenemos tiempo para hacer silencio es exactamente contraria a lo que sucede en realidad, porque cuando silenciamos, encontramos la claridad para hacer todo lo que necesitamos. Permítete ser el taller donde Dios manifiesta su gloria, a través de la compasión, del amor y de la sabiduría que fluyen cuando nos abrimos hacia la verdadera esencia de nuestro ser con el poder del silencio.

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