La religión vertical: el camino eterno del conocimiento espiritual

diciembre 17, 2025

Sé que la palabra religión puede despertar diferentes sentimientos. Para algunos, es sinónimo de devoción. Para otros, de conflicto, dogma o imposición. Pero existe un sentido original, profundo y universal que antecede a cualquier institución: la religación del alma con lo Absoluto. A eso es a lo que llamo religión vertical.

Esta comprensión no nace de un sistema creado por los hombres, ni de una doctrina que se impone por la autoridad externa. Nace de la experiencia directa con la Verdad. Este es el eje del Sanatana Dharma: el conocimiento eterno que señala el camino del retorno a nuestra esencia.

Te invito a leer este artículo mío para comprender mejor de qué se trata la religión vertical.

El Sanatana Dharma como conocimiento universal

Sanatana significa eterno. Dharma es el orden cósmico que sostiene la vida. Juntos, revelan la ciencia universal de la unión, aquello que todas las tradiciones, en alguna medida, intentaron expresar. No importa el tiempo, el lugar o la cultura: lo que es eterno atraviesa todas las eras.

Los antiguos sabios codificaron este conocimiento en escrituras y sintetizaron su esencia en obras como, por ejemplo, la Bhagavad Gita. Pero, antes de ser textos, eran transmisiones vivas.

Cada palabra llevaba el aliento de quien había despertado a esa realidad. Es así en la India, así en la Amazonía y en cualquier tradición auténtica. La forma cambia, pero la Verdad es siempre la misma.

Esta verdad enseña que no existen dos realidades últimas. La Fuente es única. Es por eso que amar a Dios y amarse los unos a los otros siguen siendo mandamientos eternos, válidos hasta hoy. Cuando se viven en la práctica, disuelven la fantasía de separación y revelan la verdadera unión, similar a lo que sucede entre el Sol y los rayos del Sol.

Aun así, a lo largo de la historia, muchos intentaron aprisionar este conocimiento dentro de los límites del dogma. Así surgieron prácticas de conversión, miedo, culpabilización, negociación con lo divino. Esta es la religión horizontal: aquella que nace de la mente humana e intenta controlar mediante la promesa de salvación. Señala a Dios, pero raramente conducirá a alguien hasta Él.

En la religión horizontal, se crea un problema para luego ofrecer la solución. La persona es convencida de que está equivocada, perdida, en pecado; así, es invitada a someterse para ser aceptada. Esto es la distorsión de un atributo divino del poder, porque no conduce a la libertad, sino a la dependencia. La religión horizontal es un fenómeno social, creado por la mente humana para regular la vida en sociedad, lo que no quiere decir que no se pueda aprender sobre valores humanos y también evolucionar dentro de ese contexto. Pero existen limitaciones.

He observado que, a medida que el coeficiente de luz del planeta aumenta, las distorsiones se vuelven más visibles. Es decir, lo que antes era aceptado sin cuestionamiento ahora se ve con claridad. Considero esto un gran avance, porque se trata de la luz revelando las sombras para que puedan ser transformadas.

La experiencia directa con lo divino

La religión vertical es lo opuesto a eso. No fuerza, no amenaza, no condiciona. Despierta. No depende de una institución, de un templo, de un nombre o de un maestro específico. Puede ocurrir en el silencio del corazón, en el contacto con la naturaleza, en la escucha verdadera, en el instante en que te conectas contigo mismo.

Esta verticalidad nace cuando todas las representaciones mentales de Dios comienzan a caer. Ya no se trata de creer en un concepto, sino de percibir la acción de la presencia en ti y a través de ti. Dios se convierte en aquel que ve por tus ojos, aquel que habla por tu boca, aquel que ama por tus gestos.

A partir de ese punto, no importa si te aproximas a Jesús, Krishna, Buda, o a un maestro de la tradición védica, o de la selva amazónica. Lo que importa es la esencia: el camino del amor. El amor es el solvente universal de los males del alma. Es la expresión directa de la Verdad. Donde hay amor, hay Dios. Y donde existe miedo, ese amor no logra florecer.

Por lo tanto, es posible “sintetizar” el Sanatana Dharma como la Religión Eterna porque nos señala la experiencia viva de la unión. Es lo que sostiene la tradición parampara (la que se enseña de maestro a discípulo), la transmisión que se da de corazón a corazón, como de un padre a un hijo.

La verdad detrás de todas las tradiciones

Lo más interesante es ver cómo esta transmisión es universal. Yo mismo encontré en la selva el mismo principio que encontré en los Himalayas. Son caminos diferentes, codificaciones diferentes, lenguajes diferentes, pero la misma luz. Esto confirma lo que muchos sabios ya declararon: Dios es uno solo, y la verdad es una sola.

La religión vertical es ese puente directo con lo Real. Es el retorno al eje, la comunión con el Amor que siempre ha estado dentro de ti. No te promete un camino sin desafíos, sino que te ofrece la claridad para atravesarlos con conciencia.

Namasté
Prem Baba