Es hora de liberarse de las verdades prestadas

septiembre 23, 2025

Cuando incluso la espiritualidad empieza a asfixiar, es hora de revisar el camino recorrido y reflexionar sobre qué es lo que, de hecho, está causando incomodidad.

Para muchas personas, el primer contacto con Dios vino acompañado del miedo. Miedo a equivocarse, a ser castigado, a no ser digno. Al fin y al cabo, aunque sea inconscientemente, la mayoría de la sociedad creció escuchando acerca de un Dios que castiga, que demanda perfección, que exige.

Lo que ocurrió es que muchos moldearon su vida para agradar a ese ideal, aunque eso les haya costado la libertad de ser quienes realmente son. Pero, aun tardíamente, llega un momento en que esa prisión invisible comienza a apretar.

Si algo dentro de ti está gritando por autenticidad, verdad y ligereza en el camino espiritual, significa que ese malestar está empezando a transformarse.

Desprogramar para despertar

La gran verdad es que muchos todavía están presos a ideas que no son suyas, son como verdades prestadas que recibieron desde temprano: sobre Dios, sobre lo correcto y lo incorrecto, sobre cómo deben ser para ser amados o aceptados.

Ese es el efecto de los dogmas religiosos que fueron creados para controlar, y no para liberar. Son ideas que, desde hace milenios, alimentan el miedo, la culpa y la separación. Basta observar cómo muchas veces la espiritualidad es utilizada como forma de disputa:

 “Mi Dios es mejor que el tuyo. Mi verdad es más verdadera que la tuya. Mi amor es más puro que el tuyo.”

Ese es el lenguaje del ego, y no de lo divino. Por eso, el camino espiritual genuino comienza cuando nos atrevemos a cuestionar esas estructuras, cuando dejamos de buscar a Dios afuera y empezamos a escucharlo dentro de nosotros.

La verdadera espiritualidad no está en seguir una doctrina más, sino en seguir el corazón, porque es allí donde habita la voz de la verdad.

La voz de la intuición es la voz del corazón

Es natural sentir miedo al liberarse de todo aquello que te daba una falsa seguridad. Pero ese es un movimiento necesario. Cuando te alineas con tu verdad interior, descubres que la conexión con lo divino puede ser más simple de lo que imaginas.

Y, claro, la fe es un elemento muy importante, pero es posible percibir que Krishna, Shiva, Jesús, María, Buda, entre otros, son referencias y símbolos de algo que vive dentro de ti.

Lo sagrado está en todo y en todos. Por lo tanto, la idea de separación generada por esa competencia entre dogmas y religiones no es más que una ilusión que sostiene al ego, que, a su vez, se alimenta del miedo.

Cuando la fe verdadera nace en el abismo

En el camino espiritual, llega un momento en que todas las referencias caen. Miras hacia el futuro y ves sólo el vacío. Eso es lo que yo llamo el abismo de lo desconocido.

En algunos casos, hasta surge la sensación de que vas a morir y, de hecho, hay un “yo” interno que está muriendo… Me refiero al yo idealizado, que no es más que el ego que estaba acostumbrado a controlar todo.

Este es el punto en que la fe deja de ser una creencia y se torna, de hecho, una experiencia. Cuando saltas al abismo, o vuelas, o descubres que hay manos invisibles para sostenerte.

Y, aunque haya una caída, será posible percibir que justamente eso es lo que te conducirá al siguiente nivel del despertar.

Lo quieras o no, eso también es un proceso de sanación, que puede contener traumas tan profundos que ni siquiera la comprensión racional será capaz de sanar. En esos casos, el perdón sólo puede venir de la gracia.

Es el momento en que la personalidad se rinde, porque ya no tiene fuerzas para cargar con tanto dolor. A pesar del desafío, ese punto de rendición es, al mismo tiempo, un punto de renacimiento.

Cuando te rindes al Yo Superior, accedes a una sabiduría que sobrepasa los límites de la mente. Y ese poder divino que habita en ti sabe cómo transformar incluso el dolor más denso en compasión.

Dios actúa a través de ti

Muchos dicen: “Yo confío en Dios”, pero, en el fondo, aún viven con miedo. Porque todavía no hicieron la travesía del corazón hacia el Ser. Aún creen en la idea de un Dios separado, fuera de sí mismos.

Por eso, digo: cuando realmente tocas la presencia divina, el miedo se va. La confianza ya no es una idea, es un estado de Ser.

Es por eso que el autoconocimiento forma parte del camino para encontrarse con lo divino, porque es él quien revela al verdadero Dios que habita en ti: un Dios que no juzga, que no separa y que no castiga. ¡Un Dios que ama!

El llamado aquí es claro: ama a todos, sirve a todos. Ve a Dios en todos. Esa es la doctrina universal que vale la pena seguir.

Namasté
Prem Baba