
octubre 16, 2025
Imagina que encuentras una lámpara mágica. La frotas y, como en las historias que conocemos, aparece un genio que te concede tres deseos. ¿Cuáles serían tus pedidos?
A primera vista, esta pregunta puede parecer solo un juego, pero encierra una profunda oportunidad de autoconocimiento.
Te explico: los deseos que emergen de tu corazón son un espejo de lo que ocurre en tu alma.
Revelan mucho sobre el estado de tu vida interior —y también de tu vida exterior. En otras palabras, hablan mucho de tu momento actual. Si deseas comprender mejor lo que hay detrás de esto, te invito a seguir leyendo conmigo.
Sé que, al pensar en estos tres deseos, algunos pedirán paz; otros, amor; y otros, éxito, salud, dinero o propósito. Sin embargo, lo más importante aquí no es el contenido del deseo, sino la calidad de la consciencia que hay detrás de él.
Digo esto porque muchas veces creemos estar pidiendo algo noble, como servir a la voluntad divina, pero en el fondo aún existe un deseo de negociar con la existencia.
Llamo a esto “negociación” porque el ser humano lleva dentro de sí la voluntad de entregarse, pero solo si las cosas suceden a su manera. Eso no es otra cosa que control disfrazado: es el ego espiritual intentando dirigir los caminos de la vida.
Por eso, aunque parezca una pregunta sencilla, puede ser un diagnóstico valioso, que revela en qué punto del camino te encuentras. Con honestidad en la autoindagación, puedes observar cuáles son los “yoes psicológicos” dentro de ti que están haciendo esos pedidos.
Te invito a ir más allá y usar esta pregunta como una llave para investigar cómo estás en las principales áreas de tu vida. Estas áreas funcionan como un mapa que nos ayuda a percibir dónde hay bloqueos, carencias, excesos y dónde el amor fluye.
Te ayudo a recordarlas:
Al observar estas áreas y percibir de dónde nacen tus deseos —o incluso tus frustraciones— comienzas a identificar qué personajes internos están al mando. ¿Quién está pidiendo: tu Yo real o un “yo psicológico”?
La psicología espiritual nos enseña que estamos habitados por una multitud de “yoes”.
Algunos son fáciles de reconocer: el celoso, el vanidoso, el que necesita ser aceptado. Otros son más sofisticados —verdaderos “generales camuflados”—, como el orgullo espiritual, que se disfraza de luz pero se alimenta de la necesidad de control o reconocimiento.
Comprende que estos “yoes” no son tu verdadero ser. Son construcciones de la mente, moldeadas por heridas y creencias limitantes: personajes que ocupan tu espacio interior y bloquean el flujo de la verdad de tu ser esencial.
Por eso, considero que una de las tareas más importantes del camino espiritual es identificarlos y transmutarlos: transformar el miedo en confianza, la lujuria en devoción, el odio en compasión.
Aquí es pertinente recordar la simbología de la Bhagavad Gita, donde Arjuna representa al “yo consciente” en medio de una batalla interior.
Esta batalla tiene, de un lado, a los kauravas: los hábitos, miedos, vicios y creencias que te aprisionan. Del otro, a los pándavas: tus virtudes, dones y cualidades del alma. Y en medio de todo esto, el desafío es discernir lo que es real de lo que no lo es —y Krishna, el Yo superior, es el gran guía de esta jornada.
Llevando esto a la vida cotidiana, al inicio del camino lidiamos con los soldados rasos: patrones emocionales más visibles, como la irritación, los celos o la envidia. Con el tiempo, los desafíos se profundizan y nos encontramos con generales disfrazados de consciencia: partes de nosotros tan refinadas que solo la gracia divina puede ayudarnos a verlas.
Todo este proceso requiere coraje, entrega y silencio. Es el camino del autoconocimiento que nos lleva, paso a paso, a soltar lo que no somos, hasta que lo que somos se revele.
Este es el resumen del Jnana Yoga, el yoga del conocimiento —la mirada aguda que reconoce lo falso para abrir espacio a lo real.
Al convertirnos en “cazadores” atentos de esas fuerzas internas, de esos “yoes psicológicos”, abrimos espacio para que emerja algo nuevo. Así, actualizamos nuestro sistema, desatando nudos antiguos que cargamos desde vidas pasadas.
Y entonces, todo se vuelve más ligero, pues es posible desbloquear dones dormidos y alinearse con el propósito real de esta encarnación: retornar al hogar de la Presencia.
¿Cuáles serían tus tres deseos para el genio de la lámpara?
Y, más importante aún: ¿Quién dentro de ti está haciendo esos pedidos?
Esta reflexión puede ser el comienzo de una gran transformación en tu jornada espiritual.
“Tú eres lo que son tus deseos profundos.
Así como son tus deseos, así será tu voluntad.
Así como es tu voluntad, así serán tus acciones.
Así como son tus acciones, así será tu destino.”
– Brihadaranyaka Upanishad (IV.4.5)
Namasté
Prem Baba